Los implantes osteointegrados se utilizan para reconstruir partes dañadas, o perdidas de nuestro cuerpo. Quizás los más conocidos son los implantes dentales osteointegrados, pero también existen los implantes osteontegrados de oreja, de nariz amputada o de extremidad amputada.
En todos los casos , el principio biológico que los sustenta es la oseointegración de la superficie de titanio del implante con el hueso. Es decir, la estabilidad primaria mecánica, alcanzada al insertar en el hueso, debida a la forma del implante, y a la densidad del hueso, da paso a lo largo de los meses a una estabilidad biológica. Esta unión biológica, se debe a que las células del hueso, los osteoblastos se adhieren firmemente a la superficie del implante. Más cuando hemos tratado esta superficie del implante de titanio , por ejemplo con un grabado ácido, que hace que el porcentaje de superficie del implante en contacto con el hueso sea un 30-40% mayor en relación a implantes de titanio lisos.
Los implantes dentales se oseointegran con el hueso del paciente en más del 95% de los casos, y mantenidos en estado de salud gingival , sin inflamaciones de encías, pueden llegar a estar en boca funcionando más de 50 años.
No obstante, si dejamos que se inflame la encía alrededor de los implantes, por un mal mantenimiento de la salud periodontal de los implantes, podemos perder parte de esta oseointegración (perimplantitis) y si no actúamos de forma debida, podemos incluso perder el implante.
Por lo tanto, oseointegración del implante es condición imprescindible para hablar de éxito del implante, pero es fundamental que una vez en boca y funcionando, el implante reciba los cuidados periodontales debidos, al igual que haríamos con un diente natural.
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